Yllegó. Por fin. Adiós a la espera, la incertidumbre, la cuenta atrás y, sobre todo, los "prontos", "muy prontos" y derivados. Los adictos al amor y a la música de verdad ya podemos sumergirnos de lleno en las 12 aventuras vitales de las que Ruth quiere hacernos partícipes en esta ocasión, con objeto de que sepamos de dónde viene y a dónde quiere ir, sus inquietudes y metas, cuáles son sus cicatrices, sus fortalezas, sus debilidades, sus miedos y sus enseñanzas, quiénes son las personas que le han dejado una marca imborrable y a quién quiere olvidar para siempre.
Así es "Loveaholic". Así de puro y directo. Así de real y diferente. Con un trabajo detrás realmente impresionante -pues Ruth ha participado en la composición y producción de los 12 temas- y el nacimiento de su propio sello discográfico Raspberry Records, la murciana da un golpe sobre la mesa para gritar que por fin es ella, por fin hace la música que siempre ha querido hacer, por fin ha conseguido deshacerse de todo tipo de ataduras. Ahora nada ni nadie puede privarle de libertad creativa.
No todos los días nacen discos así de especiales, con canciones que suenan a la música que se hace con tanta dedicación en otros países como el Reino Unido. Tampoco estamos acostumbrados a ver artistas en nuestro país cuidando cada detalle de su lanzamiento. Ruth sí lo ha hecho, pues trae bajo el brazo un disco perfectamente compacto, con una estética muy marcada que puede verse no solo en su cubierta y libreto, sino también en las portadas individuales de cada una de las 12 canciones que lo conforman. Este exhaustivo cuidado de la imagen de la era supone, además, un incentivo para que la gente consuma su disco en físico. No obstante, lo importante es la calidad de las canciones per se, y este terreno también consigue dominarlo con nota.
El primer single que lanzó del disco fue "Good Girls Don’t Lie", que casi serviría también como carta de presentación de la propia Ruth como artista, pues se trata de una canción que aúna todos los rasgos que la caracterizan como músico: potencia vocal, garra descomunal e influencias de los más grandes del pop-rock como Coldplay y Muse.
Metiéndonos de lleno en el disco, comenzaré hablando de las canciones que, aún siendo necesarias, me han convencido menos que las demás. "Ride" te transporta a un lugar oscuro, donde te tumbas y tus párpados caen hasta relajarte mientras cabalgas por la canción. Mezcla lo mejor de Lana del Rey y Tove Lo, pero puede llegar a hacerse un poco larga. "Bodies" tiene un estribillo muy pegadizo pero su base, aún siendo original, me desconecta de la canción. "Amanecer" es un himno con una letra preciosa, un canto a la esperanza que, sin embargo, no creo que llegue a encajar demasiado bien en el disco, ni por sonido ni por estilo. Creo que está más cerca de "Planeta Azul" que de "Loveaholic".
"Bring Back The New" abre el disco y es la canción perfecta para realizar esta función. Es la mejor forma de darnos la bienvenida, de anticiparnos a lo que nos vamos a encontrar en "Loveaholic". Es una canción con una fuerza desgarradora, tremendamente contundente y con un final apoteósico. Si tuviera que poner alguna pega, por rizar el rizo, diría que me habría gustado que tuviera más letra.
"First Man" es el tema más especial del álbum y el que tiene la mejor letra de lejos. Ruth se muestra generosa y nos abre su corazón de par en par para hablarnos de su padre, que la abandonó cuando ella era solo una niña. Le dice, sin rencor, que él fue "el primer hombre que la dejó" pero desea con todas sus fuerzas que, allá donde esté, se sienta orgulloso de ella. Conmovedora. Emotiva. Sentimiento en estado puro.
"My Last Song" es sencilla pero efectista. Un medio tiempo bastante clásico que puede no entrar a la primera escucha ni a la segunda, pero que te acaba cautivando sobremanera. "Moscas Muertas" juega con ese sonido casi acústico, en el que cuesta distinguir si tiene postproducción o es un studio live grabado de una sola vez. Precisamente ahí esta la magia de la canción, lo que hace que sea única. Me encanta la letra. "Another Day" tiene, sin duda, uno de los estribillos más potentes del álbum, y el solo de guitarra de Jeff Beck me parece absolutamente bello y necesario.
Y sí, he dejado para el final mi pódium, mi holy trinity, mis tres canciones favoritas del disco. Sin un orden, porque no sabría elegir entre ellas, comenzaré hablando de "Loveaholic". Arte en estado puro. Podría verla sonando en las radios de Estados Unidos y siendo un hit allí. Bebe un poco de todas las demás canciones del disco y, a la vez, no se parece a ninguna de ellas. Me encantaría que fuera single. Producción extraordinaria, estribillo magnético y letra tajante.
"Freaks" es, creo, la más diferente de las 12. Aunque con evidentes reminiscencias de "Kiss" de Prince, me ha cautivado desde la primera escucha. Y "Spanish Guitar" es LA canción. La que te sorprende con cada estrofa, la que pasa del inglés a un "hasta que me vuelva loca" que recuerda a Shakira, la que introduce ritmos latinos de repente sin que nadie lo espere, la que tiene una fortuita presencia de la guitarra española y las trompetas. Me encanta. Necesito que sea single.
En definitiva, no sé si somos conscientes del regalo que nos ha hecho Ruth con este disco. Ha roto barreras, ha acabado con todos los tópicos que dejan por los suelos la música que se hace en este país. Quizás lo demás no pueda ni considerarse "música", pero esto sí lo es. Con todas las letras. Ha cuidado y mimado el álbum como si de un hijo se tratara, para darnos lo mejor de ella misma. Esta sí es la chica que nos enamoró hace unos años. Y me gustaría acabar no solo felicitando a Ruth por este disco, sino dándole las gracias. Por todo. Por tenernos siempre presentes. Por permitirnos caminar a su lado. Por luchar tanto para sacar adelante este proyecto. Por su trabajo incansable, porque sé que lo hace por ella pero también por nosotros. Y ahora me dirijo a ti, Ruth, para pedirte que nunca tengas miedo de decepcionarnos, porque ni lo has hecho ni lo harás. Gracias de corazón porque hoy, por primera vez, puedo decir que soy adicto al amor.
Publicado el 9 de marzo de 2018