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Gala 7 de 'OT 2017': Una expulsión tan incomprensible como las nominaciones



Que hoy sea martes de sueñOT solo puede significar que ayer fue lunes de galOT. Emoción, calidad y alguna que otra injusticia definieron, a rasgos generales, la noche que vivimos.
La gala abrió, como siempre, con una actuación grupal donde los chicos interpretaron el clásico de los 80s “A Quién Le Importa”. Así, volvió a defenderse la diversidad en la televisión pública en pleno prime time, gracias a la letra de este himno y a lo bien que lo defendieron los 11 concursantes. Además, a nivel escenográfico fue, probablemente, la mejor grupal desde que empezó el concurso.

Los nominados, Cepeda y Mireya, cantaron poco tiempo después. Él, en su línea, sin subir ni bajar escalones, mostrándose frío y distante toda la gala y, lo que es peor, llevando esto a su actuación hasta el punto de hacerla insípida, sin gracia, con momentos de desafines y perdiendo el tempo de la misma. Ella, sin embargo, todo lo contrario: muy bien a nivel vocal y sublime a nivel interpretativo. Mireya dio su 200% encima del escenario, y pudo demostrar que es el ejemplo claro de aprendizaje, trabajo y EVOLUCIÓN. A pesar de esto, incomprensiblemente, la audiencia dio una nueva oportunidad a Cepeda -ya van 3- y lo salvaron con un 53%, dejando claro que, haga lo que haga, va a tener un fandom fiel dispuesto a gastar su dinero en él. De hecho, tendrán que volver a hacerlo si quieren que se salve por cuarta vez, pues vuelve a estar nominado.

Llegados a este punto del concurso, resulta muy complicado destacar una sola actuación como “la mejor”, pues el nivel no deja de subir. Comenzaré hablando de Amaia. Ay, Amaia. A veces nos olvidamos de todo lo que hay detrás de esa chica inocente, espontánea, ocurrente, risueña... y no deberíamos, pues ella es mucho más que eso. Su voz no es de este mundo. No tanto por potencia sino, más bien, por color. Hace que cualquier canción suene bonita. Sabe atraparte desde que abre la boca hasta que la cierra. Ayer estuvo, además, acompañada de una puesta en escena que sirvió como guinda del pastel para la actuación, que fue maravillosa.

Nerea y Miriam no se quedaron atrás. A pesar de que cantar a dúo, a estas alturas, es una dificultad añadida, ambas supieron hacer suya la canción, se compenetraron a la perfección y nos regalaron una actuación mágica, llena de delicadeza y dulzura. ¡Por fin, Miriam! El otro dueto, formado por Agoney y Raoul, estuvieron muy a la altura. La interpretación me pareció muy buena, la química que mostraron encima del escenario traspasó la pantalla, y el beso final que se dieron en directo pasó a formar parte de la historia de la televisión. Es una suerte que podamos disfrutar de una juventud así, que nos representa a millones de jóvenes a la perfección. Una pena que la nominación de Raoul rompiera ese momentazo. Nominación, por cierto, incomprensible.

Alfred también tuvo que enfrentarse anoche a unas duras palabras por parte de los miembros del jurado. Para mí, su actuación fue de notable alto. Creo que no es tan difícil entender que es un artista que, a pesar de que comete errores y tiene margen de mejora, ya viene hecho. Es un músico de los pies a la cabeza. Siente tanto la música que no puedo evitar ponerse en la piel del artista que ha creado las canciones que canta en las galas y, con mucho respeto, se queda con una parte de esa esencia en sus actuaciones, la suficiente como para no llegar a la imitación. Junto a esto, aporta lo mejor de sí mismo y nos regala interpretaciones de gran nivel. Sin embargo, ayer fue propuesto para abandonar la academia por primera vez. Incomprensible. Menos mal que fue salvado por los profesores.

El favorito del público fue Roi. Por fin. A pesar de que a mí no me parece lo suficientemente completo como producto de cara a un futuro en la música, es indudable que es el alumno que todo profesor querría tener: currante, buen compañero, simpático... y ayer me encantó. Tenía un reto mayúsculo: por primera vez tuvo que cantar y bailar, y consiguió controlar la voz, mostrarse bastante suelto en el escenario y ofrecernos un número muy interesante. El jurado, de nuevo, hizo de las suyas, y le dijo que habría estado nominado de no haber salido favorito del público. Incomprensible, sí, de nuevo.

Para el final he dejado mis dos decepciones de la noche. Por un lado, Ana War, que estuvo magnífica de interpretación (aunque el jurado se empeñara en hacernos creer lo contrario) pero bastante justa a nivel vocal, sobre todo al principio de la canción. Creo que fue el peor pase de la semana (el sábado estuvo espléndida). Y por otro, Aitana, que estuvo más preocupada de bajarse el vestido que se le subía durante la actuación, y de pensar el movimiento que tocaba a continuación, que de disfrutar y hacer disfrutar al espectador. La valoración del jurado fue más bien negativa y, aún así, le dejaron cruzar la pasarela. También incomprensible.

La gala, que ha subido hasta el 18,5% de share (+0,7), reunió en el hashtag para comentarla en Twitter más de 674.000 tuits. Una auténtica burrada. La semana pasada consiguió unos 410.000 y ya hablábamos de éxito. Esto deja claro, sin lugar a dudas, que OT 2017 está convirtiéndose, poco a poco, en un fenómeno social imparable. Cada vez es seguido, comentado y amado por más gente. Esto SÍ es MUY COMPRENSIBLE ¡Y qué felicidad tan grande me da escribirlo!

Publicado el 12 de diciembre de 2017
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